Miércoles, 1 de Mayo de 2024

El momento económico y la suba del blue, explicados por Julián Denaro

El joven economista Julián Denaro compara el momento actual con los meses previos a la devaluación de enero del 2014, que considera un "golpe económico" para forzar una devaluación nuevamente. Pero asegura que las condiciones de vulnerabilidad de entonces no están ahora, básicamente por los acuerdos con China y Rusia. También recomienda la lectura de dos artículos suyos, en diálogo con Buenos Aires 2punto0 Formato Radio.

23-07-2015



El economista Julián Denaro dio un pantallazo del momento que vive el país en materia económica, especialmente la subida del dólar blue en los últimos días. Un factor que atribuye a presiones de las "grandes corporaciones" para forzar una devaluación y debilitar a Cristina Fernández de Kirchner, un tipo de maniobra que -siempre en su interpretación- ocurrió con éxito en enero del 2014, cuando el Gobierno nacional devaluó el peso y disparó una estampida inflacionaria que menguó el poder adquisitivo de las clases medias y bajas.

Dice que, en ese momento, los espacios de poder más concentrado -incluyendo el sector financiero, empresas grandes y otros actores- fugaron una importante cantidad de divisas y el complejo exportador no liquidaba su producción para impedir que esa salida de dinero fuera compensada con ingresos frescos, obligando a una caída de las reservas.

Julián asegura que él explicó esto en dos artículos de su autoría, publicados en 2013 y 2014. El primero titulado "Una Masa" y el segundo "Cristina no es una masa para el poder", con alusión irónica a Sergio Massa que, por eso días, emergía como el opositor mejor posicionado en las encuestas y venía de ganar la elección legislativa bonaerense.

"El tema de la intención política que están generando los sectores golpistas, porque hay que llamarlos de esta forma, es un intento de golpe económico. Que lo consiguieron en 2014. Producto de una fuga de divisas descontrolada, retiro de dinero del país por parte de las multinacionales, exportadores, grandes terratenientes, el poder financiero, que retiraron divisas de manera descontrolada. Quisieron desestabilizar al Gobierno que redistribuye la riqueza y a ellos no les gustaba", apuntó.

"Tras cartón, las corporaciones exportadoras no liquidaban las divisas e impedían que ingresaran al país las divisas que el país necesitaba. Y adelantaban el pago de importaciones", agregó.

"Así, llegamos a enero del 2014 con un déficit de divisas que el Estado no pudo controlar y, por primera vez en 11 años, el Gobierno tuvo que devaluar. Lo que quieren es generar una desestabilización financiera, que, de algún modo, tampoco pudieron porque quisieron generar un desequilibrio inflacionario que no lograron, porque este Gobierno pelea por el pueblo argentino. Consiguió (el Gobierno) estabilizar la moneda, la inflación, y continuar una mejora del poder adquisitivo de la población trabajadora que se había ejercido sin pausa desde el 2003", recalcó.

"Y ahora hay menos margen estructural. Porque en aquel momento, antes del golpe del 2014, hubo un terrible golpe económico. El Gobierno argentino lo ha sabido timonear y controló esta situación de manera que se sufra lo menos posible y, como venía una mejora, por unos meses donde la inflación subía por encima de los salarios, la inflación no se sintió tanto. Evidentemente, si bien es cierto que se pagó, todos los trabajadores hemos pagado ese golpe económico, fue poco el padecer gracias a las medidas económicas", manifestó.

"Pero ¿cuál es el cambio? Es que justamente, para conseguir una solvencia financiera y poder contrarrestar estas medidas de golpe económico, se consiguieron acuerdos y cambios de moneda con Rusia y con China, que son países de una envergadura gigantesca. China es una de las dos potencias más importantes del mundo, no es una pavada esto que estoy diciendo. El apoyo financiero permite a la Argentina tener la solvencia de divisas suficiente para poder contrarrestar un golpe económico", insistió.

Los artículos de Denaro:

UNA MASA por Julián Denaro

En Argentina, una masa es el bollo de harina, levadura y agua para hacer una prepizza o pan, pero también es "una masa" la calificación de un estado o una obra.

Por ejemplo, si te preguntan cómo estás y vos te sentís muy bien, podes contestar "me siento una masa". O para calificar una producción. Por ejemplo, mis tres libros de Economía son una masa. Y además yo me siento una masa porque estoy comenzando a escribir mi cuatro libro. Nuestro país tiene tantas bellezas naturales y valores culturales e históricos que es una masa. Pero la situación Económica no sería una masa si Massa llegase a ganar las elecciones para presidente en el 2015.



Antes de proseguir, para contextualizar el sentido del artículo, conviene citar dos frases de uno de los más grandes genios de la historia de la humanidad, Sigmund Freud:

«Supongamos que en un Estado cierta camarilla quisiera defenderse de una medida cuya adopción respondiera a las inclinaciones de la masa. Entonces esa minoría se apodera de la prensa y por medio de ella trabaja la soberana opinión pública hasta conseguir que se intercepte la decisión planeada» ? Sigmund Freud (1925)



«El odio puede tener un valor unitivo en la conformación de masas. Los lazos sociales que se conforman bajo la lógica de masa generan la ilusión de una identidad de goce en común. En este sentido es que se podría plantear que las construcciones de colectivos, sostenidos en la convicción de una identidad compartida, resultan segregacionistas» ? Sigmund Freud (1921)



En Argentina se ha vivido una transformación socio ? económica casi sin precedentes, gracias a las Políticas llevadas adelante por el gobierno Kirchnerista, lo que vale decir, Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa Cristina Fernández desde entonces. Iremos presentando cada una de las mismas, que hicieron posible bajar la pobreza del 50% a menos del 15%, el desempleo del 30% a menos del 10%, extinguir la indigencia desde el 25% que había en el 2001, reducir la Deuda Externa desde el 160% del Producto Bruto a menos del 30%, etcétera.

Sin embargo, el Poder de grandes corporaciones que van desde la oligarquía terrateniente y los grandes exportadores de productos agropecuarios, el Poder Financiero corporizado en conocidos bancos extranjeros, las multinacionales instaladas en nuestro país desde el paradigmático ciclo neoliberal que se padeció en su mayor auge en la década de 1990, el imperialismo norteamericano que recientemente estuvo detrás de golpes de Estado, a través de golpes económicos y parlamentarios en otros países vecinos latinoamericanos, como Paraguay y Honduras, y otros poderes, son los que manejan los medios de comunicación, a través de los cuales han construido un sentido común en la población que se aparece como el gran problema a vencer para proseguir con la Revolución Justicialista, que debe su nombre al gran objetivo de la "Justicia Social".

Pues bien, ésta complejidad coexistente habrá de ser expuesta y quedará desnuda y clara para los lectores del presente artículo. Se efectuará, para conseguirlo, una descripción tanto de la Política Económica y Social que causó la devastadora crisis que culmina en el 2001, como la que generó la reactivación de la Argentina desde entonces, lo que hasta el mismo Massa enuncia en sus discursos que asegura profundizaría. Empero, habremos de analizar con total elocuencia las características de sus propuestas para cuestionar la dudosa veracidad y honestidad de las mismas.

En resumidas cuentas, las características centrales sobre las que se basó la destrucción de la Argentina minera, agropecuaria, industrial, tecnológica, marítima y aérea sin deuda externa que se había conseguido durante el gobierno de Juan Domingo Perón (1946 ? 1955), fueron la supresión de las leyes de promoción industrial y minera, el achicamiento del Estado sobre todas las decisiones de Política Económica, el manejo del valor del dólar a cargo del poder financiero, Estados Unidos a través del FMI y la oligarquía terrateniente agroexportadora, y la creación y luego agigantamiento de la Deuda Externa Argentina para financiar los continuos déficit comercial y fiscal, que acabaron cediendo la soberanía nacional y entregando la riqueza de nuestro país, sobre todo con las privatizaciones llevadas a cabo durante la presidencia de Carlos Menem.

Durante el modelo de la Convertibilidad de Cavallo (1991-2001) que se puso en vigencia durante las presidencias de Carlos Menem y luego Fernando De la Rúa, el dólar barato, la apertura abrupta e indiscriminada a las importaciones, la ausencia (achicamiento) del Estado para dirigir el rumbo económico, entonces manejado por el Poder Económico de las grandes corporaciones y el imperialismo foráneo a través del Consenso de Washington, la extranjerización de la Economía, la venta a precios regalados de todas las empresas de servicios públicos, la ley de flexibilización laboral y el peso constante del pago de intereses sobre la creciente Deuda Externa, generaron un constante Déficit para las finanzas de nuestro País en conjunto y del Estado en particular. Las importaciones eran baratas y la Industria Argentina no podía competir contra el barato costo de importar, el Estado no podía hacer frente a una incesante fuga de divisas, tanto por los dólares necesarios para pagar las importaciones y la Deuda Externa como los que se fugaban por la especulación financiera, y además se redujeron notablemente los ingresos del Estado ya que la recesión resultante se tradujo en una menor recaudación proveniente de Impuestos al Consumo, porque la creciente pobreza se traducía en un menor consumo, una menor recaudación proveniente de Impuestos a las Ganancias, con una Economía totalmente quebrada y la ausencia de recaudación proveniente tanto de los Aportes Patronales como de los aportes previsionales de los trabajadores, monto recaudado entonces por las AFJP, o sea, Bancos Extranjeros apropiándose de los montos previsionales y de seguro, en conjunto con el cobro de jugosas comisiones, desfinanciando al Estado y quitándole haberes justos a los jubilados, para engordar el volumen financiero de los Bancos Extranjeros que se adueñaron de semejante riqueza. En adición a esto, contamos con un déficit permanente por el retiro de ganancias de empresas extranjeras operando en nuestro país, gracias al modelo de las privatizaciones, que consistió en la venta de todas las empresas del Estado Argentino. En suma de esto enunciado y mucho más: Permanentes Déficit Comercial (Importaciones mayores a las Exportaciones), Déficit Fiscal (Ingresos del Estado insuficientes para cubrir sus Egresos) y Agigantamiento de la Deuda Externa, lo que nos convertía en dependientes de los caprichos del Fondo Monetario Internacional, nuestro principal acreedor, que se hizo dueño y patrón de las decisiones de política económica de nuestro país.

Pero cuando finalmente se produjo la quiebra del Estado Argentino y ya no se pudo recibir ningún préstamo adicional desde el exterior, se produjeron dos consecuencias inevitables. Una, la renuncia de quien ocupaba el puesto de presidente de la Nación, Fernando De La Rúa, y del Ministro de Economía de todo el ciclo devastador de la Argentina y de los argentinos, Domingo Felipe Cavallo, la otra, la devaluación. Lo primero condujo a un llamado a elecciones presidenciales, y lo segundo se tradujo inmediatamente en un encarecimiento de las importaciones, porque ahora el dólar estaba más caro, y eso renació la competitividad de la Industria Argentina, con lo que fue el primer paso de la reactivación y el renacimiento del País. Sin embargo, no hay que olvidarse que Duhalde, el presidente transitorio de nuestro País, transformó el proceso devaluatorio en algo que adoptó el nombre de "Devaluación Asimétrica". Esto significa que, si bien la elevación del tipo de cambio favoreció a la recuperación de competitividad de la industria argentina y la tasa de desempleo comenzó a disminuir, había un costo que pagar. Los Depósitos a Plazo Fijo en los Bancos fueron retenidos por lo que se llamó "El Corralito", una medida adoptada por Cavallo para evitar la quiebra del sistema financiero. Tras esto, la salida de ésa situación pudo haber tomado distintas características, según quien pague el costo.

Si hubiera sido simétrico, se hubiera pagado el costo de la devaluación por mitades. La mitad el pueblo y la mitad los bancos. Pero las determinaciones del Presidente Transitorio Duhalde fueron favorables a los bancos y contrarias a los intereses del pueblo. Los que tenían Depósitos a Plazo Fijo en los Bancos en Dólares (la mayoría de la población) recibían 1,40 pesos por dólar y los cambiában por dólares en las Casas de Cambio ubicadas a la vuelta del Banco del que retirában, comprando a 2,50 aproximadamente, y perdiendo con ello cerca del 50% del capital propio. Pero eso no terminó allí, a los Bancos el Gobierno les otorgó bonos a diez años que les protegían el total de su capital, por lo que dentro del Presupuesto de Gasto Público de los diez años siguientes hubo que asignar una partida al pago de éstos bonos, que privaron al Estado Argentino de distribuir fondos en obra pública, salud, educación, superávit fiscal, etcétera. Es decir, durante diez años el pueblo argentino pagó el costo de la devaluación, y los bancos no pagaron nada, gracias al señor Duhalde.

Pero a partir del 2003, con Nestor Kirchner como presidente de nuestro rico país, las cosas cambiaron sustancialmente. El mencionado presidente dijo en su primer discurso que jamás haría pagar al pueblo los costos de las viejas políticas, y en lo sucesivo, la Política Económica de su gobierno no hizo más que devolverle al pueblo todos los derechos que habían sido menguados o quitados poco a poco desde el bombardeo a la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955, que tuvo como gran objetivo detener la revolución iniciada por Perón.

El manejo del precio del dólar por parte del gobierno, que sirve para proteger la industria nacional y el empleo argentino, más la recuperación de los aranceles a las importaciones, que encarecen las importaciones y a la vez que estimulan la producción y la generación de empleo, producen un importante monto de recaudación para el Estado Argentino, fueron medidas férreamente ligadas a un conjunto mucho mayor de vital importancia también. La desocupación en la Argentina consiguió disminuir en un período breve de tiempo desde el 30% a menos del 15%. Pero además, la recuperación de las Paritarias o Convenios Colectivos de Trabajo, en las que se negocian los incrementos salariales todos los años, de modo que los mismos no sean absorbidos por los incrementos de precios, han sido vitales para recuperar el poder adquisitivo de la clase trabajadora.

Luego, las retenciones a las exportaciones aplicadas en aquellos rubros donde se perciben ganancias extraordinarias fueron también cruciales. Véase el siguiente ejemplo: si el precio internacional de un kilo de carne es de 100 pesos, el precio hacia el mercado interno también sería de 100 pesos de no estar regulado por el Gobierno. Pero ahora si se aplican retenciones a las exportaciones de carne del 40%, el ingreso por exportación se reduciría a 60 pesos por kilo, ya que de los 100 pesos por kilo que ingresan al país, 40 pesos se los queda el Estado. Entonces, el precio del mercado interno se reduce de 100 a 60, con lo que se puede ver como un claro instrumento que impide que los precios internacionales sean los que determinan los precios internos, controlando los precios internos y además un mayor porcentaje de la demanda interna, especialmente aquella porción de la misma a la que no le alcanza para pagar precios internacionales. Pero además, las retenciones a las exportaciones conforman aproximadamente el 10% de la recaudación tributaria total del Estado Nacional.

Una cuestión central del período kirchnerista fue la Estatización de los Fondos Previsionales, que desde las privatizaciones del modelo de Menem ? Cavallo estaban en manos de la Banca Privada Extranjera. Con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, ésos fondos volvieron a financiar al Estado y permitieron algunas medidas ejemplificadoras. En principio, es oportuno destacar que aproximadamente el 25% de la recaudación total del Estado proviene de ésta fuente, que son los aportes patronales y aportes previsionales de los trabajadores. Y está prohibido olvidar para cualquier análisis sensato, honesto, sincero y valorable humanamente, que los haberes jubilatorios estuvieron congelados durante más de una década, producto de la desfinanciación total del Estado durante el ciclo menemista. Por cierto, hay que agregar que durante aquel ciclo devastador de la economía y del empleo, hubo millones de personas activas desocupadas o en trabajos precarios que no efectuaron aportes mientras estuvieron desempleados o con bajos ingresos, ya que entre comprar comida y aportar a su jubilación no hay opción si se quiere proseguir con vida. Entonces, Nestor Kirchner inventó algo que no estaba ni en los manuales de Keynes ni de Perón: La Moratoria Jubilatoria, que incluyó al sistema jubilatorio a 3 millones de personas que hoy no percibirían haber alguno. Adicionalmente, y complementando esto, la Ley de Movilidad Jubilatoria ha asegurado desde entonces un incremento en los haberes jubilatorios dos veces por año que indiscutiblemente han superado a los incrementos de precios, en conjunto con una protección y una reactivación a todo el Sistema de Asistencia Médica del Sector Público. Todo esto no hubiera sido posible sin la Estatización de las AFJP y sin las Retenciones a las Exportaciones.

Y aquí una mención esencial, central y de la mayor trascendencia que jamás se pudo haber soñado antes de Nestor Kirchner. Es que los que nacimos con la Deuda Externa ya consolidada, que encima engordaba todos los años con el déficit fiscal y el déficit comercial, suponíamos que todos los argentinos acarrearíamos con el peso de la deuda externa sobre nuestras espaldas toda la vida, hasta la eternidad, sin soberanía política, sin independencia económica, y entonces acatando todas las imposiciones del Fondo Monetario Internacional. Pero el enorme superávit comercial y fiscal durante el gobierno de Nestor Kirchner, y que permitió al Estado Argentino acumular divisas en una manera fantástica, se tradujo en un pago total de deuda al FMI y una reducción de la Deuda Externa desde el 160% de la riqueza anual producida por el país en el 2001 a menos del 20% en el 2013. La Soberanía Política y la Independencia Económica se habían conseguido, gracias a Nestor Kirchner. Y sabemos que son requisitos ineludibles para conseguir la Justicia Social.

Pero hay mucho más. Hay muchos más logros del gobierno kirchnerista. Además de las Políticas que protegieron e incentivaron el desarrollo del sector productivo y de todas las ramas de actividad, hubo inversión efectiva del Estado Argentino generando más de 5 millones de puestos de trabajo. Hubo una promoción inaudita en la historia argentina para desarrollar el Turismo dentro de nuestras fronteras, haciendo honor a que tenemos uno de los países con mayor variedad de bellezas naturales que existen en el mundo. Ahora, curiosamente, además de que suena lindo lo recién expuesto, constituye un vital cambio en la estructura de la Balanza de Pagos, dado que mayor cantidad de dinero ingresa al país, menor cantidad de dinero se va del país, y todo eso confluye en un desarrollo de la hotelería, la pavimentación de rutas nacionales y provinciales y la ampliación de todos los medios de transporte, cuestiones todas que generan un mayor nivel de empleo en nuestro país.

Por cierto, y en relación con el párrafo precedente, contamos entre los logros kirchneristas con la nacionalización de Aerolíneas Argentinas, que tiene varios aspectos que destacar. Entre ellos, que como mayor porcentaje del pasaje se efectúa en nuestra aerolínea de bandera, mayor es el ingreso de divisas a nuestro país, al mismo tiempo que disminuye la salida de divisas para pagar vuelos en compañías extranjeras. Pero igualmente de importante, es que ya no está en manos de una empresa extranjera que retira utilidades e intereses por cuanto se le viene a la gana, además de es obligatorio no olvidar que en manos extranjeras nuestra compañía aérea fue vaciada y desfinanciada. Y un análisis similar va para la nacionalización de YPF.

Ahora, retomando las frases de Sigmund Freud, vemos que como al Poder Financiero, al Imperialismo norteamericano, a las Corporaciones de la Oligarquía Terrateniente, a los grandes Exportadores y a las Multinacionales que manejan un importante porcentaje de la riqueza de nuestro país, no les apetece compartir su enorme caudal de ingresos con la población común, manejan los medios de comunicación para intentar convencer al pueblo argentino de que la realidad es oscura y cruel, y generan un temor paralizante a los sectores productivos para que no inviertan más.

Traduciendo el párrafo precedente, esto significa que la única manera de detener la Revolución Justicialista es mintiendo y generando odio. Instalando la idea de que el gobierno actual se ha robado una tajada importante que le correspondía al pueblo. Instalando la idea de que en cualquier momento hay que devaluar. Queriendo instalar la idea de que va a venir otro "corralito" en cualquier momento. Queriendo instalar la idea de que en el 2015 cuando asuma Massa como nuevo presidente, las mentiras del actual gobierno van a estallar en sus manos y todos pagaremos el derrumbe. Instalando la idea de que estamos con un "retraso cambiario" y hay que devaluar urgente. Instalando la idea de que la Argentina está dividida entre los Kirchneristas y los Anti-K, cuando los únicos que meten el odio en la gente son ellos a través de los medios masivos de comunicación que manejan según su criterio.

Entonces viene Massa a salvar al país. Él no quiere mirar al pasado, no quiere la confrontación, no quiere asfixiar al campo con retenciones a las exportaciones, no quiere un mínimo no imponible de impuestos a las ganancias que por ser tan bajo incluya altos niveles de salarios y jubilaciones (y eso que es un impuesto progresivo por definición!!), no quiere controlar las importaciones para que todos se muevan en "libertad" en nuestro país, pero también quiere profundizar los logros del kirchnerismo. Bueno, nada de esto cierra en la realidad.

Si se quitan las retenciones a la exportaciones, se quita la incidencia del Estado sobre el control a las importaciones, se eleva el mínimo no imponible de Impuestos a las Ganancias y se decide no confrontar con el poder económico, lo que en realidad significa acordar, consensuar, ir al diálogo con el poder para aceptar sus condiciones y entonces perjudicar al pueblo, inmediatamente volveremos a padecer déficit comercial y déficit fiscal, que en un mediano plazo se traduce en ajuste, luego en deuda externa y posteriormente en privatizaciones otra vez, además de una devaluación efectuada nada más que para favorecer a los que tienen los dólares, que son quienes en realidad estarían a cargo del manejo de nuestro país, si llegara a ganar las elecciones para presidente Massa. Esto sí que no sería una masa para el pueblo argentino.

Julián Denaro

19 de agosto de 2013

Cristina no es una masa para el poder

"Hace cinco años, el 15 de septiembre de 2008, quebraba el banco de inversión Lehman Brothers, uno de los símbolos del capitalismo financiero global. Un año antes había estallado la burbuja especulativa con préstamos hipotecarios denominados subprime. Estos seis años de crisis en Estados Unidos y en Europa, economías que siguen estancadas o en recesión, han profundizado la concentración del capital financiero y la riqueza."
Alfredo Zaiat, publicado en Página 12 el 28 de septiembre de 2013

Mientras tanto, en "La Nación", se explica que los productores deciden retener el 35% de la soja, que son cerca de 18 millones de toneladas, y que equivalen a cerca de 10000 millones de dólares de exportaciones, porque estiman una próxima devaluación, y debido a que en tiempos de incertidumbre cambiaria y política, productores y exportadores buscan cubrirse y no quedar expuestos.

Antes de proseguir con una exposición que permita sacar elocuentes conclusiones acerca de los intereses que pujan por el manejo de los recursos de nuestro país, abordemos lo expuesto en lo precedente. Por un lado, queda en evidencia que a quienes manejan el acopio de la producción agropecuaria no les interesa en lo más mínimo el país sino todo lo contrario, es decir, quieren que se devalúe para incrementar sus ganancias, inclusive si entendieran que eso implicaría un empobrecimiento de la clase trabajadora, una complicación para el equilibrio de las finanzas de la Nación y una disminución en la tasa de crecimiento del país, por lo que se traduciría una detención en el proceso generador de empleo. Por supuesto, está asociado a lo que enuncia Alfredo Zaiat en Página 12. Veremos por qué.
Los que manejan enormes masas de dinero mensualmente, que la población común ni puede soñar en ganarla en toda su vida, son los que quieren agrandar la brecha entre ricos y pobres, debido a que de esa forma se aseguran la conservación del poder. Es que la economía libre nunca existió y nunca va a existir. O la dirige el Estado para lograr la grandeza de una Nación y el bienestar general y felicidad de los pueblos; o la dirigen las empresas multinacionales financieras para conseguir la destrucción de las Naciones y la esclavitud y desdicha de sus habitantes.

Entonces, queda a la vista cuál es el mecanismo que están poniendo en práctica los productores (luego veremos que no son los productores sino los acopiadores). Están presionando al Gobierno para que devalúe, sabiendo que esos 10000 millones de dólares de exportación representarían para el Estado un ingreso de 3300 millones de dólares en concepto de retenciones a las exportaciones, lo que equivale a aproximadamente 20000 millones de pesos disponibles para asignar a la financiación a partidas presupuestarias vitales como Salud, Educación, Obra Pública generadora de empleo y compromisos varios del Estado Nacional. Es como que le están diciendo al Estado ? hasta que no devalúes no te doy la soja ?. Aquí empezamos a apreciar con claridad cómo funciona el poder.
Describamos las consecuencias de la devaluación que están buscando los productores (en realidad veremos que son los acopiadores). Claro, primero pongamos el foco en su propio ombligo. Mostremos un incremento del precio del dólar de 5,70 a 6,30. Los 6000 millones de dólares netos de retenciones, que hoy equivalen a 34200 millones de pesos, se transformarían inmediatamente en 37800 millones de pesos, por lo que en un abrir y cerrar de ojos su patrimonio se incrementa en 10% sólo producto de una acción especulativa, que no tiene relación con el valor trabajo. Claro, el incremento en la riqueza de los acopiadores no tiene una relación directa con el resto del país. Si se incrementa el tipo de cambio, por un lado, se encarece el costo de importación de energía, por lo que el saldo de la balanza comercial estará en jaque. Luego, se complica el abastecimiento de insumos y tecnología por parte de la industria que necesita estabilidad cambiaria para continuar el proceso de desarrollo. Más aún, se encarece demasiado el costo de productos finales de consumo que realiza la población común. Y, para complementar los perjuicios ocasionados por una devaluación, se incrementa el porcentaje del presupuesto nacional destinado al pago de deuda externa, ya que ésta está valuada en moneda extranjera. En resumen, con una devaluación se favorecen los propietarios de los grandes capitales financieros y se perjudica el resto de país. Aquí entonces, estamos en presencia de las disputas de poder.

Bueno, pero no es cuestión de que a éste poder nadie le contó de la justicia que hay en las políticas distributivas. En realidad, los Acopiadores, que son quienes compran a los pequeños productores su producción agropecuaria, jamás les importó reducir su poder de monopsonio para dejar de sumirlos en la escasez. Sabemos que es muy complicado para el Estado regular el poder de los Monopolios, que son únicos oferentes de un producto a todo el mercado, y que por ello tienen el poder para vender siempre a un precio demasiado elevado. Bueno, del mismo modo operan los Monopsonios, que son los únicos compradores a muchos pequeños productores. Un ejemplo de esto son los Acopiadores de productos agropecuarios, que compran a muchos pequeños productores un producto que luego comercializan, una parte al mercado local y la otra son las exportaciones. Y justamente, como son muy grandes y poderosos estos monopsonios, les aseguran la venta a los pequeños productores, pero a costo de pagarles un precio menor al que les correspondería, apropiándose de una parte de riqueza que no les corresponde en función del trabajo, sino que es consecuencia de una desigual puja distributiva entre grandes empresas poderosas y pequeños productores que cuentan las monedas para poder llegar a fin de mes. En una disputa así, siempre termina cediendo el que mayor urgencia tiene, y entonces los Acopiadores se aprovechan de los pequeños productores. Y luego los mismos Acopiadores son los que le meten presión al gobierno nacional para que se someta a sus caprichos de modo de agigantar su tasa de enriquecimiento. En fin, como vemos, aquí está la disputa del poder.

Es el momento ahora de avanzar hacia otro terreno. El que nos incumbe a todos. Bueno, es verdad, a todos los que no tenemos el poder financiero de las multinacionales, los acopiadores (algunos son multinacionales), bancos extranjeros (algunos en poder de grandes extensiones de tierra), grandes terratenientes (algunos son los mismos acopiadores), y otros componentes del poder fáctico, como se lo denomina hoy en día en Argentina.

Hoy en día en Argentina, tenemos como presidente a una tenaz Cristina Fernández, que además es sostenida en cuanto a poder político por más del 50% del pueblo de nuestro país, que ya se dio cuenta de que el kirchnerismo representa un modelo de crecimiento con inclusión social (en otras palabras, generación de empleo con mejoras distributivas que van de la mano con un proceso industrializador y emancipador). Pero qué nos pasaría a todos, si éste poder concentrado pudiera quebrar la resistencia del gobierno actual, o si el poder pudiera poner a un frágil y manipulable presidente que cediera ante todos los caprichos e intereses del poder fáctico?

Pues bien, ya es de público conocimiento que ése candidato manipulable por el poder es Sergio Massa. Que ya se comprometió con quitar las retenciones a las exportaciones, con devaluar, con liberar las importaciones, con combatir la inflación reduciendo salarios (bueno, él dice, o le hacen decir, que es a través de restringir la emisión monetaria), con reducir las partidas de asignaciones y de subsidios, y con abrirse al mundo (financiero).

Si se quitan las retenciones a las exportaciones de productos primarios los precios internos quedan establecidos por los elevados precios internacionales, que son un golpe al poder adquisitivo de la clase trabajadora argentina, el Estado deja de percibir cerca de un 10% de sus ingresos, lo que se traduce en déficit fiscal, y el total de la torta que entra por exportaciones se vuelve apropiada en su totalidad por los Acopiadores, que son el poder financiero, que son en parte multinacionales y que son en parte la oligarquía dueña de grandes extensiones de tierra de nuestro país.

Si se devalúa, se empobrece la población común y la clase trabajadora, y el Estado vuelve a sentir una asfixia porque se eleva el costo de importaciones necesarias y porque un mayor porcentaje del presupuesto nacional debe ser utilizado para pagar compromisos con el exterior.

Si se liberan las importaciones se desprotege la industria nacional, y al disminuir la actividad industrial se pierden puestos de trabajo, incrementando la tasa de desempleo y con ello la pobreza. Si se aplican políticas monetarias acordes a los intereses de los bancos, y se restringe la emisión monetaria, la contracción resultante del gasto público se traduce en una disminución de los salarios, de los haberes jubilatorios y de un retroceso en los niveles de salud y educación.

Y por fin, o por principio de sus intereses, la apertura al mercado financiero significa volver a contraer deuda con organismos internacionales, lo que volvería a poner a nuestro país de rodillas ante los caprichos de nuestros acreedores extranjeros. Algo que no nos pasa desde que las políticas de desendeudamiento aplicadas por el kirchnerismo nos devolvieron la Independencia Económica que habíamos perdido, especialmente desde 1976. Si se vuelve a los mercados financieros internacionales, volveríamos a perder la independencia económica.

Ahora podemos comprender por qué éste poder se aferra tanto a la Constitución de 1853, a la independencia del poder judicial y a conservar el manejo de los medios de comunicación.

Argentina presenta la singularidad de que, antes de dictar una Ley Básica o Constitución que organizase el Estado Nacional Argentino (comenzando por determinar el ámbito territorial que tendría, el idioma que debería hablarse, y los derechos elementales de los ciudadanos), otorgó derechos, privilegios y prerrogativas a los súbditos británicos por el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1825. Así, consolidada por gobiernos de hecho, la estructura económica ganadera y financieramente tributaria de empréstitos permanentes, concertados sólo para el despilfarro y la recepción de jugosas comisiones para los gobernantes que los contrataban, se dictó en 1853 la Constitución. Justamente, el Poder Judicial, es el que ha defendido a rajatabla ésta condición. Pero deberemos llamarla Corporación Judicial, ya que es el único de los tres poderes del Estado que no se elige por el modo de la Democracia Representativa. O sea, sus miembros no son elegidos por el pueblo sino que son elegidos por la misma corporación que se perpetúa en el poder.

Ahora sí, retomando el concepto de mi anterior artículo, que utiliza el término popular una masa como modo de calificar a algo que está bueno, que tiene onda, que está acorde a lo mejor, a lo que en este caso es funcional a los anhelos de un país justo y próspero, deberemos admitir que está en contraposición lo que es una masa para nuestro pueblo y lo que es una masa para el poder fáctico. Queda claro que Sergio Massa sería una masa para el poder fáctico, pero sería terrible para el país.

Y claro, como Cristina Fernández será una férrea combatiente por los intereses del presente y del futuro de nuestra nación, no será jamás flexible a los antojos del poder. Por eso, Cristina no es una masa para el poder, pero por suerte sí es una masa para el pueblo argentino.
Julián Denaro
29 de septiembre de 2013
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